La obsolescencia programada

  • 09/01/2019
  • Obsolescencia

Vivimos en un mundo que se ha acostumbrado a ir cada vez más rápido. Nos levantamos con prisas para desayunar de manera atropellada e irnos a trompicones a un trabajo del que también intentaremos volver lo antes posible. Una vez en casa comeremos algo que no acarree mucho tiempo de elaboración para después disponernos a consumir contenido que nos entretenga de manera inmediata y eficaz, sin ningún tipo de esfuerzo.

Dentro de este sistema de desenfreno también se incluye todo lo que la sociedad necesita. El caso de los muebles plantea una cuestión sencilla: ahora se produce todo en grandes cantidades para satisfacer al conocido consumo de masas y a precios asequibles para la gran mayoría. La teoría es formidable, si no fuese porque este tipo de avances se han establecido en detrimento de la calidad de los productos. La producción actual cuenta con una vida útil mínima. Las empresas, los diseñadores, los decoradores y cualquiera implicado en el proceso ha tenido que ceñirse a este nuevo método en el que el producto se renueva cada un periodo mínimo de tiempo ya que no da más de sí. La calidad realmente no importa mientras el producto final sea estéticamente vendible.

La renovación constante implica, por un lado, una mayor diversidad de producto, pero por otro, un gasto extremadamente elevado. Y no solo un gasto humano, sino un gasto de materias primas energéticas y materiales (que se utilizan igual sea cual sea la calidad del producto final) que provocan unos residuos determinados. Cuanta más producción más deshechos.

Parece que últimamente se esté perdiendo el valor de hacer las cosas bien hechas. De fabricar muebles que te duren para toda la vida o que tengan una fácil reparación, de tener en cuenta el impacto que la industria genera en la sociedad y de cuidar nuestro entorno. La obsolescencia programada es una realidad que cada día es más palpable, y si no nos concienciamos sobre ella, lo que tendrá una vida útil corta próximamente será nuestro planeta.