Imagina un día sin sol

  • 08/03/2019
  • Corporativo

Imagina un día sin sol

Imagina un día a día sin sol. Sin un atisbo de luz, sin poder sentir como el calor te arropa en invierno y como te acompaña en verano, como hace crecer las flores en primavera y como las ilumina en otoño. Imagina un día sin verlo amanecer mientras vas a trabajar, imagina un día en el que ya no puedas pararte a contemplar los colores que nacen mientras se despide.

Imagina un día en que te quitasen el sol. Imagina no poder salir a la terraza o al balcón con una bebida a relajarte, a suplir la necesidad de vitamina D que tu cuerpo reclama.
Los mediterráneos lo tenemos fácil en ese sentido, simplemente tenemos que salir de casa. Sin embargo, hay muchos otros lugares donde la luz y el calor son mucho más escasos.

El sol nos ayuda tanto física como anímicamente. Potencia los niveles de calcio, ayuda a nuestra piel, reduce el colesterol, enfortece nuestras defensas… pero también mejora nuestro estado de ánimo y hace que durmamos mejor. Por ello, las terrazas empiezan a proliferarse más allá de las costas mediterráneas. Por algo que no se puede comercializar: la gratificación de unos cuantos rayos de sol.